miércoles, 18 de enero de 2012

EL ARTE EGIPCIO: UN PASAPORTE PARA LA ETERNIDAD


Los egipcios llamaban a veces al escultor “el que mantiene vivo”. Para esta gran civilización, el arte era ante todo una manera de asegurar la vida eterna después de la muerte.  

La conservación  de los cuerpos en forma de momia no era suficiente. Las estatuas de los reyes, de los nobles y de los notables personificaban a estos después de muertos, y recibían ofrendas como si aún estuvieran vivos.

Ejemplo del arte egipcio.
Los muros de las tumbas se recubrían de frescos que narraban la vida del difunto quien, de ese modo, continuaba rezando, cuando en medio de los juncos o charlando amablemente con su esposa.

Los artistas respetaban escrupulosamente las reglas establecidas: cada cosa debía ser mostrada bajo su aspecto más característico. La cabeza se ve mejor de perfil, pero el cuerpo es más reconocible de frente: por eso los pintores mostraban de este modo a sus personajes.

Embebidos en sus ocupaciones, los retratos egipcios perviven sin mirarnos nunca, mientras que las estatuas nos observan fijamente con rostro impasible.  

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